Darle demasiadas vueltas a las cosas, que es lo que llamamos sobrepensar o overthinking, es cuando nuestra mente se queda enganchada en un montón de pensamientos, analizando todo sin parar y preocupándonos mucho por problemas o cosas que ni siquiera han pasado.

Detrás de esto, a menudo hay bastante sufrimiento, aunque sea algo que parece normal y mucha gente lo hace. No es lo mismo que pensar de forma útil para encontrar soluciones; sobrepensar te atrapa en un círculo de dudas y nervios que no te deja avanzar.

Cuando sobrepensamos, nos sentimos mal y nos afecta en muchas partes de nuestra vida. Es como una de las formas en que la ansiedad se manifiesta.

¿Qué significa sobrepensar?

Sobrepensar es una respuesta ligada a la ansiedad.

La ansiedad puede manifestarse de tres maneras: con sensaciones en el cuerpo (como llorar, dolor de cabeza o en el pecho), con reacciones físicas (como quedarse paralizado, temblar o que el corazón vaya rápido), y con los pensamientos (justo lo que hablamos, pensar demasiado).

Este patrón se caracteriza por darle muchísimas vueltas a lo que pasó y preocuparse sin medida por lo que pueda pasar. Es una forma de pensar que no es útil porque te deja atascado en la duda y la preocupación.

¿Por qué le damos tantas vueltas a las cosas?

Sobrepensar puede venir de emociones que no hemos manejado bien, de cosas que aprendimos y que no nos ayudan, o de creencias que no son buenas para nosotros. Nuestra historia personal influye mucho en cómo enfrentamos el día a día.

Muchas veces, sobrepensamos porque tenemos miedo. El miedo aparece cuando sentimos que hay un peligro o una amenaza. La mayoría de las veces, esta amenaza no es real; es solo nuestra percepción o algo que imaginamos y que no tiene por qué pasar. Nos vamos a los escenarios más desastrosos, imaginando lo peor. Vivir con miedo y sobrepensar se vuelve una forma de reaccionar que no funciona. Puede hacer que evitemos hacer cosas, pensando siempre en lo malo que podría pasar.

Pensar demasiado también puede ser algo que aprendimos a lo largo de nuestra vida, ya que tanto los buenos como los malos hábitos se aprenden con las experiencias.

A veces, darle muchas vueltas es por falta de seguridad, y esto puede estar relacionado con problemas de salud mental como la ansiedad o la depresión.

La vida de hoy, con tanta información y las prisas, hace que nuestra mente vaya muy rápido. Y cuando estamos atrapados en ese «torbellino» de pensamientos, no hacemos caso a nuestro cuerpo y nos cuesta parar.

Además, como sociedad, nos cuesta mucho lidiar con las emociones, sobre todo las que no nos gustan. Las evitamos en lugar de permitirnos sentirlas, aunque son naturales y necesarias. Si no tenemos buenas formas de enfrentar los problemas, la tendencia a sobrepensar puede empeorar.

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Cómo afecta el sobrepensar

Pensar demasiado es algo que cansa mucho. Sentirse paralizado por analizar todo es un gran problema hoy en día y una de las razones por las que nos sentimos frustrados y sin energía. Estar siempre con preocupaciones en la cabeza no nos deja disfrutar los días tranquilos ni descansar bien, incluso puede causar insomnio.

Cuando sobrepensamos, no estamos en el presente; estamos en todo lo demás, pero no en nosotros mismos. Esto impacta en cómo nos vemos (nuestra autoestima), cómo nos cuidamos, si reconocemos lo que necesitamos y si lo buscamos.

Los estudios muestran que sobreanalizar produce malestar y efectos en nuestro cuerpo y mente: sube la hormona del estrés (cortisol), hace que seamos menos creativos, nos dificulta juzgar bien y nos impide tomar decisiones. Pensar mucho puede ser malo para nuestra salud menta.

Una investigación sugiere que demasiada actividad cerebral podría incluso acortar la esperanza de vida. Este ciclo de pensamientos que se repiten y preocupaciones excesivas no solo nos agota mentalmente, sino que puede traer problemas como ansiedad, depresión, dificultades para dormir, dolores de cabeza y tensión muscular.

¿Qué provoca sobrepensar las cosas?

Hay dos formas principales en que se manifiesta este patrón: la rumiación (pensamientos negativos que se repiten sin llegar a una solución) y la proyección (imaginar que las cosas van a salir mal en el futuro, a menudo de forma desastrosa).

  • La rumiación, que es pensar sin parar en cosas negativas o tristes, sin resolver nada, puede hacer que te aísles e incluso te deprimas. Es común en personas que buscan la perfección.
  • La proyección es parecida, pero se enfoca en el futuro, esperando que algo falle.

Estos patrones te impiden hacer cosas de utilidad, y están muy ligados a creencias que te limitan y a experiencias pasadas.

Sobrepensar también puede dañar tus relaciones con otros, poniéndote irritable o haciendo que te alejes. Y en el trabajo o los estudios, puede afectar tu rendimiento y tu creatividad porque ocupa el espacio mental que necesitas para resolver problemas.

Si es muy grave, pensar demasiado puede ser señal de un problema mayor que necesita ayuda profesional.

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10 consejos para dejar de sobrepensar

La mala noticia es que, como seres humanos, no podemos dejar de pensar. La buena es que sí podemos mejorar la calidad de esos pensamientos y cambiar cómo nos tratamos y nos hablamos.

Es bueno empezar por no ponernos etiquetas como «soy una persona muy preocupada» o «soy de las que sobrepiensan«, porque no somos nuestros pensamientos. Tenemos muchísimos pensamientos al día, ¡imagina si creyéramos todos! Sería una locura. Debes preguntarte si lo que piensas te sirve para algo o si es siquiera real.

Para evitar sobrepensar te dejo algunas estrategias y ejercicios que te van a resultar muy útil:

  1. Date cuenta de los patrones que te hacen daño. Reconoce cuándo estás rumiando o proyectando. Estos suelen aparecer cuando estás estresado o tienes problemas.
  2. Tu diálogo interno es clave. Cómo te hablas a ti mismo refleja cómo te ves y tu historia. Si te hablas de forma negativa (comparándote, exigiéndote ser perfecto), tendrás una visión negativa de ti. Es importante cambiar ese diálogo interno que te perjudica.
  3. Aprende a manejar tus emociones y necesidades. Es fundamental aprender a hacerte cargo de tus preocupaciones y lo que necesitas.
  4. Permítete parar. Darse un tiempo y un espacio para frenar y dejar descansar la mente es algo que a veces parece difícil, pero es muy necesario. Ayuda a que la mente funcione de forma más tranquila. No esperes a estar enfermo; tu salud mental es una razón muy importante para bajar el ritmo.
  5. Siente tus emociones. A veces nos cuesta aceptar las emociones que no nos gustan, pero es importante que nos las permitamos. Son naturales y necesarias. Reconoce lo que sientes sin juzgarlo.
  6. Atención Plena (Mindfulness). Esta técnica te ayuda a estar presente, a centrarte en el aquí y ahora. Esto reduce que pienses en el pasado o te preocupes por el futuro.
  7. Haz ejercicio. Mover el cuerpo es una forma muy efectiva de combatir el sobrepensar. Ayuda a liberar sustancias que te hacen sentir mejor emocionalmente.
  8. Divide los problemas. Si algo te parece muy grande, divídelo en partes más pequeñas que puedas manejar.
  9. Busca soluciones activamente. En lugar de quedarte solo preocupado.
  10. Busca ayuda profesional. Si pensar demasiado te está haciendo sentir muy mal y no puedes resolverlo solo, considera siempre buscar el apoyo de un profesional. La Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) te da herramientas para cambiar los pensamientos negativos y las formas de actuar. Te enseña a cuestionar y modificar esa voz interior destructiva.

Cambiar estos hábitos de pensamiento lleva tiempo y esfuerzo constante. La clave para construir un futuro donde no te ahogues en pensamientos es fortalecer tu capacidad de recuperación (resiliencia mental). Aprender a manejar el sobrepensar mejora tu calidad de vida y te da más fuerza para enfrentar los desafíos con más aguante y una visión más positiva.

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