¿Qué tiene de especial el 1 de enero para comenzar nuevos proyectos? ¿Qué sentido tiene esta costumbre de plantearnos nuevos desafíos justo ahora, cuando empieza el año nuevo? Puede parecer razonable, solo porque es Año Nuevo, pero a veces y solo a veces, puede ser un error. Por eso, en este artículo quiero darte mi opinión sobre por qué no tener propósitos de Año Nuevo.

¿Por qué no tener propósitos de Año Nuevo?

Lo primero que debes saber es que tener propósitos de año nuevo depende de cada persona, de la etapa vital en la que se encuentre y de si tiene o no ganas de tener, ahora, nuevos objetivos. No todos estamos preparados o no queremos cambiar o mejorar, al empezar el año, algunas cosas de nuestra vida, a veces ni lo necesitamos. Aunque es verdad que, como decía el famoso poeta alemán Goethe, «todo comienzo tiene su encanto«.

Cada 31 de diciembre es, por tradición, el día en que hacemos un balance del año, de lo bueno y lo malo… Y aunque para muchos el verdadero inicio de todo sea en septiembre, cuando empieza el ‘cole’, es verdad, que esta noche al comer las uvas puede invadirnos un aire de nostalgia, un sentimiento de recordar lo bonito, de aprender de lo vivido y «romero, romero, que salga lo malo y entre lo bueno«. Pero es importante que sepas que no tienes por qué plantearte nuevos propósitos, si no quieres.

A veces, la presión social de tener propósitos de Año Nuevo es lo que nos empuja a tener que apuntar esos objetivos, y puede que por eso elijas desde el estrés o la “obligación”, pero no porque realmente los desees. Muchas veces lo hacemos porque, simplemente, hay que hacerlo, porque todo el mundo lo hace, o incluso, por esa falsa sensación de ser peor persona si no tienes nuevas metas para el año que comienza.

Todo ello se traduce en que no estás eligiendo de forma libre, sino que te pones objetivos por obligación, cuando lo ideal sería que esa motivación no viniera de fuera, sino de dentro de ti mismo.

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Motivación intrínseca y motivación externa

Hay algunos objetivos que todos deberíamos mantener durante todo el año, como por ejemplo el deseo de mejorar o el de aprender, aumentar la autoestima. Pero otros cambios pueden empezarse cuando uno lo sienta, y es que cualquier momento del año es perfecto para iniciar cambios, tan solo es necesario una dosis de motivación y de ganas. Y mejor, si esa motivación es intrínseca, y no extrínseca.

En Psicología, estos dos términos explican muchas de las cosas que hacemos en nuestro día a día, sin darnos cuenta o sin prestar atención. Motivación intrínseca o endógena, es aquella que nace de dentro, de nuestro propio interés por hacer algo y por conseguirlo. Mientras que la motivación extrínseca o exógena es cuando hacemos las cosas por algo externo, como una recompensa, eludir un castigo, etc.

Y es la motivación intrínseca, la que procede de dentro, mucho más fuerte, potente y efectiva cuando queremos alcanzar metas. Al final, las fechas, como el Año Nuevo, las relacionamos con una simbología y por eso son exógenas (vienen de fuera) y, al final, no tienen tanta fuerza como los motivos internos. Todo ello puede ayudar a que, al final, abandonemos esos objetivos en un corto periodo de tiempo. Por eso, es importante que, en esto de los nuevos propósitos, prestemos atención a nuestra motivación intrínseca.

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A veces, las fechas señaladas ayudan

Sin embargo, es verdad que a veces, las fechas destacadas como septiembre, Año Nuevo o algún inicio concreto de semana, puede ayudarnos, en algunos casos, a empezar esos propósitos u objetivos que nos hemos fijado.

Hay personas a las que les cuesta alcanzar esa motivación intrínseca, a querer cambiar o mejorar algo de su vida, como por ejemplo, hacer más ejercicio físico porque es muy beneficioso para la salud, y estas fechas destacadas pueden ayudar a dar ese impulso que falta. O puede ser también una forma de organizar nuestra mente y ponerle un plazo a la procrastinación (aplazamiento) que nos pueda estar invadiendo.

Pero es importante que realmente sintamos el objetivo como nuestro. Si necesitas ayuda con eso, te recomiendo leer el artículo sobre el efecto pandora: cuando la curiosidad nos motiva.

En caso de tener deseos o propósitos de Año Nuevo (o la fecha que sea), es relevante que tengas en cuenta algunos tips a la hora de formularlos. Deben ser pequeños, que no nos planteemos grandes cosas de golpe. Objetivos específicos, flexibles y alcanzables a corto plazo. Pequeños peldaños que podamos lograr y que nos ayuden a motivarnos para ir alcanzando la gran meta que realmente queremos.

En vez de decir, «este año haré 1 hora de ejercicio todos los días«, mejor cámbialo por «este año o desde ahora, haré algo de ejercicio físico al menos 15 minutos al día«. Y poco a poco, ir avanzando hacia ese objetivo.

Pero si al final no logras cumplir tus propósitos, los abandonas antes de tiempo, o la frustración hace acto de presencia… recuerda que eres capaz de aprender, de escucharte, conocerte, tomar decisiones y reformular esos propósitos u objetivos.

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