La curiosidad es una fuerza poderosa que nos impulsa a explorar, aprender y descubrir. Pero, ¿qué pasa cuando nuestra curiosidad se enfrenta a un obstáculo, una incertidumbre o un misterio? ¿Nos rendimos o persistimos en nuestra búsqueda de respuestas? En este artículo, vamos a analizar el fenómeno conocido como efecto Pandora, que se refiere a cómo la curiosidad nos motiva a seguir indagando incluso cuando hay riesgos o consecuencias negativas involucradas.

¿Qué es el efecto pandora?

El efecto Pandora es un fenómeno psicológico que se refiere a cómo la curiosidad nos motiva a seguir indagando incluso cuando hay riesgos o consecuencias negativas involucradas.

Se basa en el mito griego de Pandora, la primera mujer creada por los dioses, que abrió una caja que contenía todos los males del mundo por no poder resistir su curiosidad.

Cuenta la leyenda que los dioses tendieron una trampa a Epimeteo para castigar a su hermano, el titán Prometeo, que les había robado el fuego para regalarlo a los hombres.  Epimeteo, deslumbrado por la gracia y la belleza de Pandora, ignoró la promesa que había hecho a su hermano Prometeo de no aceptar jamás un regalo de los dioses y la tomó como compañera de vida. Pandora llevaba un «regalo envenenado», una caja que le había dado Zeus y que no debía abrir bajo ninguna circunstancia.

Sin embargo, la curiosidad ganó la batalla y un día, mientras Epimeteo dormía, Pandora abrió la caja. Cuando levantó la tapa, escaparon todas las desgracias y males que podían afectar al hombre y se extendieron por el mundo, desde las enfermedades y el sufrimiento hasta las guerras y el hambre o sentimientos como la envidia y la ira.

Pandora, dándose cuenta de su error, cerró la caja lo más rápido que pudo, consiguiendo únicamente evitar la liberación de la esperanza, que quedó encerrada en la caja. La mujer comentó lo sucedido a su marido y a Prometeo, señalándoles que a partir de ese momento a lo único que siempre podrían recurrir era a la esperanza, pues era lo único que quedaba en la caja y lo último a lo que estaban destinados los mortales a perder.

Este efecto explica por qué a veces nos dejamos llevar por la curiosidad y hacemos cosas que sabemos que pueden ser perjudiciales o peligrosas, como mirar un accidente de tráfico, leer un mensaje privado o buscar información sobre una enfermedad grave.

El efecto Pandora nos recuerda que hay un componente que jamás se pierde en la caja mental del ser humano: la esperanza. En medio de un contexto marcado por la incertidumbre y la ansiedad, esta dimensión actúa como bálsamo y propulsora para la superación.

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El efecto Pandora en Psicología

Sin embargo, tiene un aspecto positivo, ya que la curiosidad es lo que nos impulsa a aprender, explorar y descubrir cosas nuevas.

La curiosidad es una fuerza poderosa que puede ayudarnos a superar nuestros miedos, ampliar nuestros horizontes y mejorar nuestra creatividad. La que nos saca de nuestra zona de confort y muchas veces también nos empuja a superar nuestros propios límites. Nos permite seguir aprendiendo y descubrir cosas maravillosas. Sin embargo, también puede jugarnos malas pasadas.

Un ejemplo de cómo la curiosidad nos puede llevar a mirar cosas que sabemos que son perjudiciales es el rubbernecking, que en inglés se usa para nombrar la costumbre de fijarnos demasiado en los accidentes de coche cuando pasamos cerca.

La curiosidad nos motiva más que la seguridad, efecto Pandora

Un estudio patrocinado por el gobierno británico sobre los accidentes en las autopistas encontró que el 29% de ellos se debían a que los conductores se quedaban atascados en el sentido contrario por mirar el accidente que había ocurrido en el otro carril. La solución que encontraron fue poner barreras gigantes en los lugares donde había accidentes para evitar que el resto de los conductores se distrajera.

Pero es que resistir la curiosidad nos resulta muy difícil. En un estudio reciente de la Universidad de Chicago, los investigadores comprobaron que el efecto Pandora sigue vigente: somos curiosos, incluso si sabemos que el resultado será negativo.

Los investigadores les dieron a los voluntarios una caja con bolígrafos que hacían bromas y que daban una descarga eléctrica un poco dolorosa, pero inofensiva cuando se pulsaba el botón de arriba.

A un grupo le dieron bolígrafos con una etiqueta roja, que indicaba que daban una descarga eléctrica y con una etiqueta verde para indicar que eran seguros. A otro grupo le dieron una caja de bolígrafos con una etiqueta amarilla que significaba que el resultado era incierto; es decir, no se podía saber si ese bolígrafo daba una descarga o no.

Luego, los investigadores les dijeron a los participantes que podían mirar los bolígrafos mientras esperaban que empezara el estudio. Pero era una trampa, porque el experimento ya había empezado y los investigadores en realidad estaban mirando lo que hacían.

Así vieron que, sin sentido, los que tenían los bolígrafos con la etiqueta amarilla (resultado incierto) eran cinco veces más propensos a pulsar el botón y recibir una descarga dolorosa que los que estaban en el grupo de los resultados seguros (rojo/verde). La curiosidad simplemente podía más que el sentido común.

Y no solo a ellos. En otro experimento parecido, los investigadores les dieron a algunos participantes dos o tres botones que podían pulsar cuando quisieran. En el primer caso, las personas tenían un botón que hacía un sonido neutro (agua cayendo en un vaso) o un sonido negativo (chirrido de tiza en una pizarra). El otro grupo tenía los dos botones más una tercera opción con un 50% de posibilidades de hacer el sonido neutro o negativo.

Si alguna vez has oído el chirrido de la tiza en una pizarra, es probable que hagas lo que sea para evitarlo porque es uno de los sonidos más desagradables. Y, sin embargo, cuando había ese botón misterioso despertaba tanta curiosidad que las personas lo pulsaban un 30% de veces más que los botones de resultado seguro.

¿Cómo evitar el efecto Pandora?

El efecto Pandora nos hace actuar impulsivamente por curiosidad, sin pensar en cómo nos sentiremos después. Queremos saber lo que hay detrás de la caja, aunque sea algo malo. La curiosidad nos domina y nos impide razonar con claridad. Solo vemos lo que queremos ver y no lo que podría pasar.

Sin embargo, podemos resistirnos al efecto Pandora y controlar nuestra curiosidad. Una forma de hacerlo es evaluar los pros y los contras de nuestras opciones, sobre todo los contras o los daños. Así podremos tomar decisiones más prudentes y conscientes.

Otra forma de frenar la curiosidad es imaginar las emociones negativas que tendremos si hacemos algo que nos arrepentiremos. En este caso, usamos la emoción para contrarrestar la emoción. Emociones como el asco o el miedo nos desagradan mucho, así que pueden ayudarnos a moderar nuestra curiosidad.

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