¿Conoces el efecto priming? ¿Has oído hablar de ello? Te propongo un juego:

Piensa un número del 1 al 9 y multiplicarlo por 9. Si el resultado tiene más de dos cifras, (por ejemplo 26), súmalas entre sí (2+6=8), hasta obtener sólo un dígito (en el ejemplo sería 8). Al número resultante réstale 5.

Ahora busca la letra del abecedario que se corresponda con ese número. (Por ejemplo al 1 la A, al 2 la B, etc.) Piensa en el nombre de un país que empiece por esa letra.

A continuación, escoge la siguiente letra en el abecedario. (Por ejemplo si antes escogiste la A, ahora le correspondería la B). Piensa en un animal que empiece por esa letra.

Efecto priming o cómo leer la mente

¿Has contestado Dinamarca y Elefante? No, no soy adivina. Se trata de un efecto que en psicología se conoce como efecto priming o de primado. Y, aunque piense que puede que no haya demasiados países que empiecen por la letra D, si que hay más animales cuyo nombre empieza por E, como el erizo o el emú. Y sin embargo, parece que el elefante es lo que está más accesible en tu memoria, ¿por qué?

Una de las causas, es que cuando se enseña el abecedario, elefante suele ser la palabra elegida para enseñar la letra E, otro puede ser la saliencia (capacidad para llamar la atención) de este animal. Sea por uno u otro motivo, cuando pensamos en un animal cuyo nombre empiece por la letra E, el primero en nuestra mente será el elefante, a no ser que haya visto un erizo unos minutos antes o que seamos muy fans de los emú.

¿Qué es el efecto priming?

Vamos a lo técnico: en psicología, el efecto priming está relacionado con la memoria implícita por el cual la exposición a determinados estímulos influye en la respuesta que se da a estímulos presentados con posterioridad.

Este fenómeno puede ocurrir a tres niveles: perceptivo, semántico o conceptual. Los efectos del priming pueden ser muy salientes y duraderos, incluso más que la simple memoria de reconocimiento.

El priming funciona incluso cuando no somos conscientes.

Uno de los experimentos más curiosos sobre esto lo realizó John A. Bargh. En él se mostraban palabras con las que los participantes debían formar frases. A uno grupo le mostraron palabras relacionadas con la vejez.

Cuando los participantes salían del experimento se medía el ritmo al que caminaban. Los resultados fueron que las personas que habían sido primadas con palabras relacionadas con los ancianos caminaban más despacio, a pesar de que la lentitud no se mencionaba explícitamente en las palabras.

En otro estudio, la Universidad de Yale presentó a los sujetos una habitación donde estaba una persona totalmente desconocida que sostenía en ambas manos un libro, un periódico y una taza de café frío o caliente. Se les pidió que le sostuviera la taza de café. Posteriormente los sujetos leyeron el perfil de una persona y debían valorar sus características.

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Asombrosamente, aunque el perfil era idéntico para todos, aquellos que sostuvieron la taza de café caliente definían a la persona como más cálida y abierta mientras que los que sostuvieron la taza de café frío afirmaban que la persona del perfil era más gélida, egoísta y competitiva.

Y ahora que lo sabes, úsalo con moderación y bajo tu responsabilidad.

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