El ego es una entidad psíquica que regula conscientemente la persona y gestiona su interior inconsciente, según la definición de la RAE. Sin embargo, el ego también puede entenderse como el “falso yo”, resultado de aprender a ser a través de golpes, conduciendo a actuar con escudos defensivos.

En cualquier caso, el ego puede convertirse en un problema cuando es excesivo, ya que conlleva engreimiento, soberbia y falta de empatía.

Lidiar con una persona que tiene mucho ego puede ser desafiante, pero hay estrategias que pueden ayudar a mejorar la relación y a fomentar el cambio. En este artículo, te cuento algunos consejos para enfrentarte a esta situación desde la psicología.

Percibe a la persona como víctima de su ego

Para lograr un verdadero cambio en una persona con un ego elevado es importante partir de la premisa de no juzgar. Todas las personas son víctimas de su propio ego, por lo que es crucial centrarnos en combatir el ego en sí mismo, en lugar de dirigir la batalla contra la persona en sí.

Así, podremos mostrarle comprensión y empatía, intentando entender sus emociones y perspectivas, aunque no estemos de acuerdo con ellas.

Establece límites claros

Si bien en estos casos es importante la paciencia y mostrar empatía con este tipo de personas, esto no significa que se deba permitir que se sobrepasen ciertos límites. Las malas formas y comentarios ofensivos no deben consentirse en ningún momento.

Es necesario comunicar de manera asertiva lo que nos molesta o nos hace sentir mal, y exigir respeto y consideración.

Intenta conocer mejor a la persona

Para lograr una reducción definitiva del ego en una persona es necesario comprender las causas que la llevan a actuar de la manera en que lo hace. Mostrarle estas razones y abordar la lucha contra el ego de manera conjunta resulta esencial.

Por ende, debemos mostrar interés en conocerla más profundamente, indagando en sus experiencias pasadas, sus miedos, sus inseguridades y sus necesidades.

Dialoga sobre los posibles orígenes de su comportamiento

Tras conocer más a fondo a la persona, podremos presentarle de manera asertiva la secuencia de eventos que ha marcado su vida hasta el día de hoy, explicando cómo dichas experiencias han influido en su comportamiento actual.

Así, podremos ayudarle a tomar conciencia de cómo su ego se ha formado como una defensa ante el dolor, el rechazo o la frustración, y cómo le impide relacionarse de forma sana y auténtica con los demás.

Hazle saber que te incomoda su alto ego

Una vez que hayamos establecido una relación de confianza y respeto con la persona, podremos expresarle cómo nos afecta su alto ego, sin caer en reproches ni críticas.

Podemos usar el método del “yo siento” para comunicar nuestras emociones y sentimientos, sin culpabilizar ni atacar a la persona. Por ejemplo: “Yo siento que no me escuchas cuando hablo” o “Yo siento que no valoras mi opinión”.

Muéstrale otras perspectivas

Otra forma de ayudar a una persona con mucho ego es mostrarle otras formas de ver las cosas, sin imponer nuestra visión ni negar la suya. Podemos usar preguntas abiertas para invitarle a reflexionar y a considerar otros puntos de vista, sin juzgar ni contradecir. Por ejemplo: “¿Qué crees que piensa la otra persona?” o “¿Qué otras opciones podrías tener?”.

Proponle nuevas alternativas de conducta

Además de mostrarle otras perspectivas, también podemos sugerirle nuevas formas de actuar, que sean más respetuosas, humildes y empáticas. Podemos hacerlo de forma positiva, enfatizando los beneficios que obtendría al cambiar su actitud, tanto para él mismo como para los demás. Por ejemplo: “Si fueras más flexible, podrías aprender de otras personas” o “Si fueras más agradecido, te sentirías más feliz”.

Sé el ejemplo de esos nuevos modos de conducta

Una de las mejores formas de influir en una persona con mucho ego es ser el ejemplo de esos nuevos modos de conducta que le proponemos. Así, podremos demostrarle con hechos que hay otras formas de ser y de relacionarse, que son más sanas y satisfactorias.

Podemos practicar la escucha activa, la humildad, la generosidad, el reconocimiento, la colaboración y la tolerancia.

Acompaña y alienta al cambio profundo

Finalmente, si queremos que una persona con mucho ego cambie de forma duradera, debemos acompañarla y alentarla en ese proceso, reconociendo sus avances y apoyando sus dificultades. No se trata de forzar ni de presionar, sino de facilitar y de motivar. Debemos recordar que el cambio es un camino largo y complejo, que requiere de paciencia, comprensión y amor.

Lidiar con una persona con mucho ego puede ser una tarea difícil, pero no imposible. Con estos consejos, podremos mejorar nuestra relación con esa persona, y al mismo tiempo, ayudarla a reducir su ego y a ser más libre y feliz. Sin embargo, debemos tener en cuenta que el cambio depende en última instancia de la voluntad y el compromiso de la persona, y que nosotros solo podemos ser un apoyo y una guía.

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