Nuestra psicología funciona juzgando e interpretando lo que pasa por nuestra cabeza y lo que ocurre en nuestras relaciones con los demás. Sin embargo estamos muy equivocados. Descubre La Historia del martillo, un cuento o metáfora repleta de profecías autocumplidas en Neurita.

La Historia Del Martillo, profecías autocumplidas

Un hombre quiere colgar un cuadro. El clavo ya lo tiene, pero le falta un martillo. El vecino tiene uno. Así, pues, nuestro hombre decide pedir al vecino que le preste el martillo. Pero le asalta una duda: ¿Qué? ¿Y si no quiere prestármelo?

Ahora recuerdo que ayer me saludó algo distraído. Quizás tenía prisa. Pero quizás la prisa no era más que un pretexto. Ese hombre abriga algo contra mí. ¿Qué puede ser? 

Yo no le he hecho nada; algo se habrá metido en la cabeza. Si alguien me pidiese prestada alguna herramienta, yo se la dejaría enseguida. ¿Por que no ha de hacerlo él también? ¿Cómo puede uno negarse a hacer un favor tan sencillo a otro?

Tipos como éste le amargan a uno la vida. Y luego todavía se imagina que dependo de él. Sólo porque tiene un martillo. Esto ya es el colmo. 

Así nuestro hombre sale precipitado a casa del vecino, toca el timbre, se abre la puerta y, antes de que el vecino tenga tiempo de decir «buenos días», nuestro hombre le grita furioso: 

– ¡Quédese usted con su martillo, so penco!

Llevar una vida amargada lo puede cualquiera, pero amargarse la vida a propósito es un arte que se aprende, no basta tener alguna experiencia personal con un par de contratiempos.


Las profecías autocumplidas

Paul Watzlawick narra, con sana y fina ironía, esta historia en su libro «El arte de amargarse la vida» (recomendado) como una magnífica técnica si lo que uno quiere es amargarse la vida. Este fenómeno se conoce en psicología como profecías autocumplidas.

Una profecía autocumplida o autorrealizada -expresión creada por el sociólogo Robert K. Merton- es una predicción que, una vez enunciada, es en sí misma la causa de que se haga realidad debido a que se desencadenan una serie de circunstancias favorables para que se cumpla. 

Un ejemplo típico es pronosticar la quiebra de un banco; esto provocará una gran alarma entre sus clientes, que irán a retirar masivamente los depósitos, haciendo que la entidad financiera no le quede más remedio que declararse en bancarrota. Otro ejemplo es el efecto pigmalión.

El efecto es grandioso y la técnica relativamente sencilla, si bien en modo alguno nueva. Ovidio ya la describe en su Ars amatoria (desgraciadamente sólo en sentido positivo):

«Persuádete de que estás enamorado, y te convertirás en un amante elocuente… Muchas veces el que empezó fingiendo, acabó amando de veras».

La historia está llena de profecías autocumplidas. El filósofo K. Popper decía (simplificando mucho) que la profecía del oráculo a Edipo se cumple, precisamente, porque éste la conoce y hace de todo para esquivarla. Es justo lo que hace para esquivarla lo que le acerca al terrible cumplimiento de la predicción.

La gente no reacciona simplemente a cómo son las situaciones, sino también, y a menudo, a la manera en que perciben tales situaciones, y al significado que le dan a las mismas.

Por tanto, su comportamiento está determinado en parte por su percepción y el significado que atribuyen a las situaciones en las que se encuentran, más que a las mismas.

Una vez que una persona se convence a sí misma de que una situación tiene un cierto significado, y al margen de que realmente lo tenga o no, adecuará su conducta a esa percepción, con consecuencias en el mundo real.

Pasos para salir del «te lo dije» o «ya sabía que pasaría«:

  • Detecta estos pensamientos. Si te encuentras en situaciones cuyo final puedes predecir de manera negativa, intenta pensar que nada está determinado, que podría salir bien y que tienes el potencial para resolverlo.
  • Observa el lenguaje que utilizas. Observa si usas un lenguaje negativo, tóxico. Recuerda que el primer paso es tomar conciencia de lo que nos decimos para así poder cambiarlo.
  • Cambia tu forma de ver las cosas. No podemos ver lo que no existe, no podemos adivinar el futuro. Cuando quieras alcanzar algo no veas obstáculos, observa el camino libre y fácil de andar.
  • Busca experiencias y datos que contradigan tu profecía. Analiza esta información en forma de probabilidades. De esta forma comprobarás que no tiene por qué ser cierta.

Los que piensan que es imposible, no deberían molestar a los que lo estamos intentando.

Thomas Alva Edison

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