Tomar la decisión de terminar con una relación es un paso duro y difícil. Es muy probable que surjan los remordimientos, por eso en Neurita te contamos ¿Cómo terminar una relación sin remordimientos?
Cómo terminar una relación sin remordimientos
Paul Simon lo explica en su canción 50 Ways to Leave Your Lover (50 maneras de dejar a tu amor), pero posiblemente haya muchas más formas. A pesar de ello, siempre acabamos tirando del tópico: la conversación difícil de vamos a ser amigos; la crisis emocional dramática con gritos y sollozos; o la distancia.
Algunos finales son de acuerdo mutuo; aunque lo más común es que no haya acuerdo, y una de las partes esté más decidido a dejarlo; algunos finales están terriblemente desequilibrados por parte de la persona rechazada, en la que no es capaz de aceptar la realidad y dejar ir a la otra persona.
Pero independientemente de la forma en que terminen las relaciones, lo que a menudo sigue a la acción, para muchos, es el sentimiento de arrepentimiento. Con los años he escuchado muchas historias de remordimientos por haber finalizado una relación. Y, básicamente, hay como tres situaciones comunes que generan remordimientos.
1. Arrepentimiento por el propio fin
Ocurre cuando la crisis emocional nos llevó a decir cosas que realmente no queríamos decir o que no pensamos, cuando el argumento era demasiado hiriente, o el final fue demasiado abrupto. La persona sabía firmemente que tenía que poner fin a la relación, a su pesar lo hizo de una forma que no imaginaba.
Qué hacer: simplemente se trata de pedir disculpas, no por haber terminado, sino por el drama, la emoción o las palabras hirientes. Se trata de dar un paso hacia delante y reconocer los errores de ese momento. Se deja claro que no quieres volver con esta persona, y que solo quieres disculparte por la forma en la que todo ocurrió.
Del mismo modo, también te perdonas a ti mismo. Cada uno hace lo mejor que puede en el momento, y siempre podemos mirar al pasado a través del nuevo filtro del presente. Es una lección aprendida, pero no es una razón para castigarnos.
2. Arrepentimiento por falta de cierre
Ocurre cuando se divisa el final de la relación por quejas, hechos o preguntas no resueltas. En otras palabras, la persona no tuvo la oportunidad de expresar sus sentimientos y ayudar a la otra persona a entender cómo se sentía y lo que estaba detrás de la ruptura. O, con más frecuencia, una combinación de ambos.
Qué hacer: al igual que el caso anterior, es el momento de hablar si es posible. En este caso, por ejemplo, escribir un correo electrónico, seis meses después de que te enteraste sobre el asunto y terminaste la relación, o tener una conversación seria, cara a cara con tu ex pareja. De ese modo tienes la oportunidad de decirle todo lo que querías haberle dicho o formular todas las preguntas que no llegaste a preguntar.
Una vez más, es necesario tener claro el objetivo de que no se pretende iniciar la relación de nuevo, no dar vuelta atrás y castigar a la otra persona porque todavía estás enfadado/a. Sino que se pretende ayudar a conectar los puntos que componían la relación, y esperar finalmente obtener el descanso emocional y mental.
Y si esta no es una opción, porque no sabes dónde está la persona, o porque dijo que no quiere volver a hablar contigo de nuevo, o simplemente porque le falta el valor, se puede escribir una carta que nunca se va a enviar por correo. Se dirige a la persona, y se escribe lo que desearías decirle si lo/la vieras.
3. Arrepentimiento por no esforzarse lo suficiente
Estos son aquellos que frecuentemente lamentan no haberse esforzado más en mantener la relación, que tal vez no debería de haber dejado de fumar cuando lo hizo; que no lo hizo, y tal vez debería haberlo hecho.
Qué hacer: suelen tener dos formas diferentes de reaccionar. A veces vienen mucho más tarde, como dos años después de la ruptura, a poner en orden su mente y sus emociones sobre la relación y, digamos que tienen la espina clava de que tal vez, sólo tal vez, debería haber dado una oportunidad más.
Aunque esto puede indicar una falta de cierre, el hecho de que estos remordimientos salgan a la superficie de forma relativamente repentina e inesperadamente sugiere que es probable que tenga menos que ver con esa relación y más con el lugar donde se encuentra en su vida actualmente.
Por ejemplo, se hace indispensable informar a las parejas a punto de divorciarse que durante dos años serán propensos a tener días en los que se sentirán bien sobre su decisión de separarse y otros días en los que piensan que nunca debieron haber terminado.
¿Fue acertado dejar la relación?
La diferencia proviene al ver la vida a través de la lente del presente. Recrear continuamente el pasado influye en tus estados emocionales actuales y cambiantes. Si tu vida van bien, el proceso de disonancia cognitiva hace que las decisiones pasadas coincidan con tu estado positivo y, por tanto, pensarás que la ruptura fue una buena decisión. Pero, si por desgracia, luchas a diario por la razón que sea dos años más tarde, ahora al echar la vista atrás es comprensible que te preguntes si has tomado la decisión correcta, si estarías en un lugar mejor que el de ahora si no hubieras tomado ese camino.
Si, de repente, estás cuestionando y lamentando tu decisión, después de un período de tiempo largo, echa un vistazo a tu vida actual. Tu arrepentimiento es, probablemente, un síntoma de algo que tienes que trabajar y mejorar en este momento.
Por otro lado, si el arrepentimiento nunca ha desaparecido, es más reciente o persistente, seguidos de pensamientos y preguntas sobre si fuiste demasiado impulsivo. Donde, después, cuando la furia se apaga, te das cuenta de que había algo fuerte e importante en la relación, que a lo mejor no debería ser desechado, puede dar un paso atrás y decidir sobre lo que haces y no quieres hacer.
Pero antes de hacerlo, hazte esta difícil, pero importante pregunta:
¿De verdad quieres hacer el esfuerzo para darle otra oportunidad porque te preocupas por el otro y por la relación, o existe el peligro de que se estáis volviendo por rutina? ¿Estás impulsado porque en realidad tienes miedo por el futuro y por si no hay otra persona para ti?
Y así vas a la deriva hacia atrás, aunque con una mezcla de sentimientos. Si sientes que estás a la deriva por el miedo o la soledad, es posible que desees quedarte plantado dónde estás ahora mismo y seguir hacia adelante como mejor puedas.
¿Otra oportunidad en la relación?
Pero si decides que sí, que es necesario dar una oportunidad más para ver si se puede, o para poder continuar sin remordimientos. Decide de antemano los propios criterios para el cambio, ¿qué es lo que necesitáis hacer de manera diferente? A continuación, maca un periodo de tiempo para trabajar en esos cambios.
La razón de esto es que es muy fácil “trabajar en la relación” y rápidamente volver a caer en viejos patrones, ser “mejor” durante tres semanas, y luego se hunden en los sentimientos que ya se tenían antes de terminar, con la esperanza de que iba a mejorar a pesar de que nadie está realmente haciendo un esfuerzo para que así sea.
Saber exactamente lo que ambos estáis tratando de lograr puede ayudar a mantener el rumbo.
Y cuando se llega al final del periodo de tiempo, digamos tres o seis meses, es necesario levantar la cabeza y ver si las cosas están verdaderamente en una senda mejor. Si no, puedes caminar con la sensación de que realmente hiciste tu mejor esfuerzo.
Y ahora…
Por último, si estás pensando en terminar una relación en breve, es posible que quieras incorporar algunas de estas ideas en tu forma de pensar.
Los finales son dolorosos porque el dolor en sí es doloroso, y los finales de todas las relaciones, independientemente de las circunstancias y la calidad, son en su base un proceso de duelo.
Las lamentaciones se suman a este desafío, la adición de la carga emocional y las dudas que pesan y que se acabe ya el proceso de aflicción.
No se puede evitar el dolor de los finales, pero se puede evitar cargar con remordimientos.
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qué práctico el artículo!
¡Gracias Eve!
Muy objetivo!!! Te amo , pero sé vivir sin ti .. eso debemos tener presente en toda relación ..
Los apegos, son la patología de la libertad.