Muchos padres y madres creen que cuando se habla de fomentar autonomía en los niños y niñas, es una tarea para cuando lleguen a la mayoría de edad, pero eso no es cierto.

La autonomía es la base para aprender de manera constante durante toda la vida. Crecer con autonomía y responsabilidades les proporcionará un grado de madurez para enfrentarse a la vida y para ser más felices.

La familia es el primer espacio de socialización, es en ese entorno donde se encuentran los modelos de aprendizaje, empiezan a desarrollar habilidades sociales, capacidades y se establecen vínculos socio-emocionales que proporcionan las bases de seguridad para el desarrollo de sus aptitudes y actitudes interpersonales.

No debemos olvidar que la familia no es el único agente socializador del niño y la niña, también lo son el sistema educativo, y el entorno.

Cómo Fomentar Autonomía y Responsabilidad psicologa psicologia neurita blog

Qué es la autonomía

La autonomía consiste en educar, ayudar y acompañar a los niños y niñas a que sean independientes, autónomos, adquieran las habilidades necesarias para la toma de sus propias decisiones y puedan valerse por sí mismos.

Cómo fomentar autonomía

La autonomía hay que fomentarla a través de:

  • Hábitos: alimentación, higiene, salud, aspecto físico. Si aprenden y aprecian el saber cuidar de sí mismos adquiriendo hábitos de vida saludables, será más fácil que los integren en su vida adulta.
  • Interacciones sociales. Las relaciones con otros niños, y adultos ajenos a la familia, les ayudará a conocer el sentido de la amistad, a integrarse, a tener sus propias opiniones, a ser tolerantes, abiertos y a crear su personalidad.
  • Desarrollo intelectual. Dotarles de herramientas para el aprendizaje como libros, juegos, excursiones a espacios culturales, les ayudará a realizar sus tareas escolares y fomentará que sean personas más curiosas.
  • El ocio. Hay que dejar momentos para que los niños jueguen, de manera que ellos se hagan responsables de sus juegos. Qué decidan a qué y con quién juegan.
  • Responsabilidad. No debemos de olvidar que para ayudar a un niño en el proceso de madurez y autonomía tenemos que pedirle que se responsabilicen de tareas desde pequeño y que éstas aumenten de manera progresiva a su edad.

El objetivo de la autonomía no es facilitar el trabajo de los padres y madres. Ser autónomo es ser uno mismo, con una personalidad propia que es diferente de la de los demás, con nuestros propios pensamientos, sentimientos y deseos.

Y esto nos garantiza tener la capacidad de no depender de los demás para sentirnos bien, para aceptarnos tal y como somos y tener la seguridad de que seremos capaces de valernos por nosotros mismos durante nuestra vida.

Qué son las responsabilidades

Responsabilidad es un concepto muy amplio. Es uno de los valores humanos más importantes, en el que nace la capacidad para optar entre diferentes opciones, reconociendo y asumiendo las consecuencias de las decisiones tomadas y respondiendo ante los propios actos.

Nos permite mantener en orden la vida en comunidad, demostrando con ésta nuestro compromiso de la toma de nuestras decisiones y de las consecuencias que éstas generan.

Para que un niño o niña aprenda el sentido de la responsabilidad, los padres deben guiarles, orientarles, apoyarles, hacerles partícipes en las tomas de decisiones, prepararles para amortiguar los fracasos y felicitar por los logros.

Cómo trabajar la responsabilidad

La responsabilidad es algo que se va adquiriendo, y hay que ir adecuándola a la edad y a la capacidad. Obviamente esto variará dependiendo de las familias.
Se pueden tomar algunas medidas para fomentar la responsabilidad:

  1. Establecer normas y límites: Nada desconcierta más que la ausencia de normas. Aunque a veces producen rechazo, éste desaparecerá en la medida que los límites y las normas se integran en un sistema coherente de convivencia.
  2. Ayudarles en la toma de decisiones desde pequeños: esto empezará por tareas pequeñas, como eligiendo qué jersey se van a poner. Conforme van creciendo se puede contribuir a la toma de decisiones de manera que no les genere tensión.
  3. Ser claro a la hora de expresar a nuestros hijos e hijas lo que esperamos de ellos, no podemos esperar a que ellos adivinen nuestros pensamientos.
  4. Enseñarles a valerse por sí mismos y a que se enfrenten a nuevas situaciones. Cuando confían en sí mismos, es cuando empiezan a asumir sus responsabilidades.
  5. Ayudarles para la posibilidad de fracasar: a veces, por protegerles demasiado, no dejamos que hagan las cosas a su manera. Para madurar en necesario que exploren, que corran riesgos, y que vean por ellos mismos que de los fracasos también se aprende.
  6. Ponerles algunas tareas a desempeñar, aunque sean pequeños, siempre habrá algo que puedan hacer. Por ejemplo: recoger los juguetes, el cuarto, poner y/o quitar la mesa, comprar el pan, lavarse los dientes, cuidar los materiales, hacer los deberes, puntualidad, etc.
  7. Marcar bien los horarios: no es lo mismo invierno que verano, o días lectivos que fines de semana. Establecer tiempo de estudio y de ocio.
  8. Estar disponible para mostrar apoyo cuando sea necesario. Tener la seguridad de que pueden contar con sus padres en caso de necesidad, les hará tener más confianza para explorar en su mundo. Es importante que el padre y/o la madre no se haga responsable de una tarea de su hija o hija. Está bien ayudarle y/o acompañarle, pero nunca haga que su hijo se desentienda, es importante que aprendan que las cosas requieren un esfuerzo.
  9. Valorar sus esfuerzos. Esto puede hacerse estableciendo un programa de recompensas, pero no de manera que se vea como un soborno, sino como una forma de motivación por comportarse de manera responsable. Puede hacerse elogiando el trabajo realizado y/o con otro tipo de premios, que no tienen porqué ser algo material.
  10. No cumplir con las responsabilidades tiene que tener consecuencias. No debemos olvidar que una de las mejores maneras de enseñar a nuestros hijos e hijas es con el ejemplo. Si queremos que aprendan bien este valor, lo harán antes si ven que sus padres y madres lo practican.

La habilidad de hablar abiertamente sobre los problemas es uno de los aspectos más importantes de las relaciones entre padres e hijos.

Desarrollar esta relación requiere tiempo, esfuerzo y comprensión, pero los resultados pueden generar tener una relación basada en la confianza en que los hijos e hijas adolescentes puedan discutir sobre las inquietudes que les surjan durante esta etapa.

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