¿Por qué haces las cosas que haces? A pesar de que haces tu mejor intento por conocerte a ti mismo, la verdad es que, en general, todos sabemos asombrosamente poco sobre nuestras propias mentes, y aún menos sobre la forma en que los demás piensan. Sorpréndete con el resultado de estos 10 estudios psicológicos que cambiarán lo que sabes sobre ti mismo.

10 Estudios psicológicos que cambiarán lo que sabes sobre ti mismo

Como Charles Dickens dijo una vez: “Un hecho maravilloso para reflexionar es el que cada criatura humana se constituye como un único y profundo secreto misterio”.

Los psicólogos hemos buscado desde hace mucho tiempo respuestas a cómo percibimos el mundo y qué motiva nuestro comportamiento. El resultado es que se han dado pasos enormes para levantar ese velo de misterio.

Aparte de proporcionar argumentos para estimular conversaciones en reuniones sociales, algunos de los experimentos psicológicos más famosos del siglo pasado revelan verdades universales y, a menudo, sorprendentes sobre la naturaleza humana. Estos son 10 estudios psicológicos clásicos que pueden cambiar la forma en que uno mismo se entiende.

1. Tienes cierta capacidad para el mal

Probablemente el experimento más famoso de la historia de la psicología, el estudio de 1971 de la prisión de Stanford. Este experimento puso un microscopio sobre cómo las situaciones sociales pueden afectar el comportamiento humano.

Los investigadores, encabezados por el psicólogo Philip Zimbardo, establecieron una prisión simulada en el sótano del edificio psicológico de Stanford y seleccionaron a 24 estudiantes universitarios (que no tenían antecedentes penales y se consideraban psicológicamente saludables) para actuar como prisioneros y guardias. Los investigadores observaron entonces a los prisioneros (que debían permanecer en las celdas 24 horas al día) y guardias (que compartían turnos de ocho horas) usando cámaras ocultas.

El experimento, que estaba programado para durar dos semanas, tuvo que ser cortado después de solo seis días debido a la conducta abusiva de los guardias, en algunos casos incluso infligieron tortura psicológica, y el estrés emocional extremo y la ansiedad exhibida por los prisioneros.

2. No notas lo que está justo delante de ti

¿Crees que sabes lo que está sucediendo a tu alrededor? Tal vez no seas tan consciente como crees. En 1998, los investigadores de Harvard y la Universidad Estatal de Kent seleccionaron a peatones en un campus de la universidad para determinar cuánto nota la gente acerca de sus ambientes inmediatos.

En el experimento, un actor se acercó a un peatón y le pidió indicaciones sobre una dirección. Mientras el peatón daba las indicaciones, dos hombres que llevaban una gran puerta de madera pasaban entre el actor y el peatón, bloqueando completamente su visión durante varios segundos. Durante ese tiempo, el actor fue reemplazado por otro actor, uno de una altura y constitución diferentes y con un traje, corte de pelo y voz también diferentes. La mitad de los participantes no notó la sustitución.

El experimento fue uno de los primeros en ilustrar el fenómeno de la ceguera al cambio, que muestra cuán selectivos somos sobre lo que vemos en cualquier escena visual dada. Y parece que confiamos más de lo que podríamos pensar en la memoria y en el reconocimiento de patrones.

3. Retrasar la gratificación es difícil, pero tienes más éxito cuando lo haces

Un famoso experimento de Stanford a finales de los años sesenta probó la capacidad de los niños en edad preescolar a resistirse a la tentación de la gratificación instantánea y dio como resultado algunas poderosas ideas sobre la fuerza de voluntad y la autodisciplina.

En el experimento, se colocó delante de los niños de cuatro años un malvavisco en un plato delante de ellos. Se les informó que podrían comer el malvavisco ahora, o que si esperaron hasta que el investigador volviera 15 minutos después, podrían tener dos malvaviscos.

La mayoría de los niños dijeron que esperarían, luchaban por resistir, pero finalmente cedieron, comiendo el malvavisco antes de que el investigador regresara. Los niños que lograron aguantar los 15 minutos usaron tácticas de evasión, como darse la vuelta o cubrirse los ojos.

Las implicaciones de la conducta de los niños eran significativas: aquellos que eran capaces de retrasar la gratificación eran mucho menos propensos a ser obesos, a tener adicción a las drogas o problemas de comportamiento en su adolescencia, y tuvieron más éxito en el futuro.

4. Puedes experimentar impulsos morales profundamente conflictivos

Un famoso estudio de 1961 del psicólogo de YaleStanley Milgram, puso a prueba, de manera bastante alarmante, hasta qué punto la gente obedecería a las autoridades cuando se les pidiera que infligieran dolor a otros y el intenso conflicto interno entre la moral personal y la obligación de obedecer a las figuras de autoridad.

Milgram quería llevar a cabo el experimento para dar una idea de cómo los criminales de guerra nazis podrían haber perpetuado actos indescriptibles durante el Holocausto. Para ello, puso a prueba a un par de participantes, uno considerado el “maestro” y el otro considerado el “alumno”.

El maestro fue instruido para administrar descargas eléctricas al estudiante, que supuestamente estaba sentado en otra habitación, cada vez que diera respuesta equivocada. En la otra habitación, en realidad, no había nadie. Milgram reproducía grabaciones como si el alumno estuviera dolorido.

Si el “maestro” expresaba el deseo de detenerse, el experimentador le empujaba a continuar. Durante el primer experimento, el 65 por ciento de los participantes administraron una descarga dolorosa de 450 voltios, aunque muchos estaban visiblemente estresados ​​e incómodos al hacerlo.

Aunque el estudio ha sido visto como una advertencia de la obediencia ciega a la autoridad, recientemente una revisión ha argumentado que los resultados sugerían más un profundo conflicto moral.

5. Eres fácilmente corrompido por el poder

Hay una razón psicológica detrás del hecho de que aquellos en el poder a veces actúan hacia otros con un sentido de derecho y falta de respeto. Un estudio de 2003, publicado en la revista Psychological Review, dividió a los estudiantes en grupos de tres para escribir un breve artículo juntos.

Se instruyó a dos estudiantes a escribir el trabajo, mientras que al otro se le dijo que evaluara el trabajo y determinara cuánto se pagaría a cada estudiante. En medio de su trabajo, un investigador les traía un plato con cuatro galletas. Por lo general, la última galleta nunca se la comían, el “jefe” casi siempre se comía la cuarta galleta y, además lo hacía descuidadamente, con la boca abierta.

Cuando los investigadores daban poder a la gente en experimentos científicos, eran más propensos a tocar físicamente a otros de formas potencialmente inapropiadas, a coquetear de manera más directa, a tomar decisiones arriesgadas y a apostar, a hacer ofertas en negociaciones, a expresar su opinión y a comer galletas como el Monstruo de las Galletas, con migajas por toda la boca y el pecho.

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6. Buscas lealtad en los grupos sociales y te atrae el conflicto entre grupos

Este clásico experimento de psicología social de los años 50 dio luz sobre la posible base psicológica de por qué los grupos sociales y los países se encuentran envueltos en conflictos entre sí y cómo pueden aprender a cooperar de nuevo.

El líder del estudio, Muzafer Sherif, llevó a dos grupos de 11 niños (de 11 años) a un “campamento de verano”. Los grupos (“Águilas” y “Cascabeles”) pasaron una semana separada, divirtiéndose juntos y unidos, sin conocimiento de la existencia del otro grupo. Cuando los dos grupos se integraron y comenzaron a competir en varios juegos, surgió el conflicto y finalmente los grupos se negaron a comer juntos.

En la siguiente fase de la investigación, Sherif diseñó experimentos para tratar de reconciliar a los muchachos haciendo que ellos disfrutaran juntos de actividades de ocio que no tuvieron éxito. Luego les hicieron resolver un problema juntos, lo que finalmente comenzó a aliviar el conflicto.

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7. Solo necesitas una cosa para ser feliz

El estudio de Harvard Grant, de 75 años de duración, uno de los estudios longitudinales más completos que se han llevado a cabo, siguió a 268 estudiantes de Harvard de la promoción 1938-1940 durante 75 años de sus vidas. ¿La conclusión universal? El amor es realmente lo único que importa, al menos cuando se trata de determinar la felicidad a largo plazo y la satisfacción de la vida.

El director del estudio, el psiquiatra George Vaillant dijo que hay dos pilares de la felicidad: “Uno es el amor y el otro es encontrar una manera de hacer frente a la vida sin aleja al amor”. Por ejemplo, un participante comenzó el estudio con la calificación más baja en estabilidad futura de todos los sujetos y había intentado suicidarse con anterioridad. Pero al final de su vida, fue uno de los más felices. ¿Por qué? Como Vaillant explica, «pasó su vida buscando amor».

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8. Prosperas cuando tienes fuerte la autoestima y el estatus social

Alcanzar la fama y el éxito no es sólo un impulso del ego, podría también ser una llave para la longevidad, según un  estudio sobre los ganadores del Oscar. Investigadores del Centro de Ciencias de la Salud Sunnybrook y Women’s College de Toronto descubrieron que los actores y directores ganadores de premios de la Academia tienden a vivir más tiempo que los nominados que no ganaron, superando en casi cuatro años a los perdedores.

Con este estudio no se quiere decir que vivirás más si ganas un Oscar, o que debes ir a realizar cursos de actuación. Sino que según Donald Redelmeier, autor principal del estudio, la principal conclusión es simplemente que los factores sociales son importantes. Sugiere que un sentido interno de la autoestima es un aspecto importante para la salud y la atención de la salud.

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9. Intentas justificar tus experiencias para que tengan sentido para ti

Cualquier persona que haya estudiado o sepa algo sobre psicología está familiarizado con la disonancia cognitiva, una teoría que dicta que los seres humanos tienen una propensión natural a evitar el conflicto psicológico basado en creencias desarmoniosas o mutuamente excluyentes.

En un experimento de 1959, el psicólogo Leon Festinger pidió a los participantes que realizaran una serie de tareas aburridas, como tornear clavijas en una perilla de madera, durante una hora. Luego les pagó 1$ o 20$ para decirle a un “participante en espera” (también conocido como un investigador) que la tarea era muy interesante.

Aquellos a quienes se les pagó 1$ por mentir calificaron las tareas como más agradables que aquellos a quienes se les pagó 20$.

¿Su conclusión? Aquellos a quienes se les pagó más sentían que tenían suficiente justificación por haber realizado la tarea durante una hora, pero aquellos a quienes solo se les pagó 1$ sentían la necesidad de justificar el tiempo gastado, reduciendo así, el nivel de disonancia entre sus creencias y su comportamiento al decir que la actividad era divertida.

En otras palabras, te dices mentiras para hacer que el mundo parezca un lugar más lógico y armonioso.

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10. Compras estereotipos todo el tiempo

Los estereotipos son cualidades que ponemos a algunas personas sólo por su pertenencia a ciertos grupos. Están basados en grupos sociales, etnias o clases y es algo que casi todos nosotros hacemos, incluso si intentamos no hacerlo. El resultado de usar los estereotipos puede llevarnos a sacar conclusiones injustas y potencialmente dañinas sobre poblaciones enteras.

Los experimentos del psicólogo de John Bargh sobre la “automaticidad del comportamiento social” revelaron que a menudo juzgamos a las personas basándonos en estereotipos inconscientes y no podemos dejar de actuar sobre ellos.

En un estudio, Bargh encontró que un grupo de participantes a quienes se les pidió que descifraran palabras relacionadas con la vejez -“Florida”, “indefenso” y “arrugado”- posteriormente caminaran significativamente más lentamente por el pasillo después del experimento que el grupo que descifró palabras no relacionadas con la edad. Bargh repitió los hallazgos en otros dos estudios comparables que aplicaron estereotipos basados ​​en la raza y la cortesía.

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Los estereotipos son categorías que han ido demasiado lejos, al utilizarlos nos fijamos en el género, la edad, el color de la piel de la persona, y nuestra mente responden con mensajes que dicen que son hostiles, estúpidos, lentos, débiles. El medio ambiente, no reflejan la realidad.

¿Conocías estos experimentos psicológicos? Seguro que ahora ha cambiando tu visión sobre ti mismo y sobre la humanidad en general.

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