El tiempo apremia: la mayoría de nosotros crecemos con este sentimiento. Nuestras vidas están repletas de actividades. La abundancia de oportunidades y estímulos sociales disponibles en las sociedades modernas puede sobrecargar a las personas de tal manera que todas estas actividades simultáneas pueden no mejorar en última instancia el bienestar mental y físico, sino más bien conducir a su merma.

Obligaciones en el trabajo, en la escuela y en nuestro tiempo libre cuando también nos comprometemos con nuestros amigos, nuestras aficiones, nuestra familia. La mayoría de las veces, tomamos la decisión de cómo pasar nuestro tiempo libre de forma voluntaria pero a menudo con el sabor de “tener que hacerlo”.

Las sociedades modernas brindan una gran cantidad de oportunidades, lo que podría conducir a la aceleración y la pobreza de tiempo, lo que paradójicamente limita la salud mental individual y colectiva.

En los últimos años varias teorías sociológicas proponen la denominada “deceleración“ (o “desaceleración”) como antídoto y como forma de mejorar nuestra salud mental.

Se ha sugerido en literatura que la aceleración social es el sello distintivo de las sociedades occidentales modernas que impacta negativamente en el bienestar (Rosa & Scheuermann, 2010). Esto implica ipso facto que la desaceleración, o la reducción de oportunidades y el aumento de disponibilidad de tiempo libre, podrían aumentar nuestra felicidad y mejorar nuestra salud mental.

La pandemia por COVID-19 corrobora los beneficios de la desaceleración

La pandemia por COVID-19 nos obligó a bajar el ritmo ya que interrumpió ferozmente nuestra prisa diaria por hacer lo máximo posible.

En un estudio realizado en el 2022 por Daniel Schad y Milena Rabovsky, basado en el conjunto de datos de más de cuatro millones de respuestas, recopiladas por el periódico en línea alemán «ZEIT ONLINE», sus autores demuestran como la desaceleración inducida por el distanciamiento social puede mejorar el bienestar subjetivo durante la pandemia.

Los autores hallaron una influencia positiva muy sólida de la desaceleración social inducida por COVID-19 de tal manera que sus resultados respaldan, con múltiples evidencias, las teorías que sugieren un impacto negativo en la salud mental y física, de la aceleración social en las sociedades occidentales modernas (Hartmut Rosa, 2013).

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El «encogimiento del presente»

Según H. Rosa, tanto los aspectos estructurales como culturales de nuestras instituciones y prácticas están marcados por el «encogimiento del presente», un período de tiempo decreciente durante el cual las expectativas basadas en nuestras experiencias pasadas coinciden de manera confiable con resultados y eventos futuros.

Cuando este fenómeno se combina con la aceleración tecnológica y el ritmo creciente de la vida, el tiempo parece fluir cada vez más rápido, lo que hace que nuestras relaciones entre nosotros y con el mundo sean problemáticas. Es como si estuviéramos parados en «pendientes resbaladizas», un terreno social empinado que está en movimiento y, a su vez, exige vidas y tecnologías más rápidas.

Como muestra hábilmente Rosa, este bucle de retroalimentación que se refuerza a sí mismo determina fundamentalmente el carácter de la vida moderna.

Las consecuencias negativas del estrés

La ciencia ha demostrado que los patrones de estrés no solo acarrean sufrimiento sino que también nos enferman a largo plazo. Las consecuencias del estrés incluyen:

  • Cansancio constante y/o dificultad para conciliar el sueño.
  • Estados de agotamiento, tensión, irritabilidad.
  • Enfermedades del sistema cardiovascular y del tracto gastrointestinal.
  • Problemas de concentración
  • Enfermedades mentales como trastornos de ansiedad, depresión y síndrome de burnout.

La desaceleración de la vida cotidiana y la reducción de los niveles de estrés son, por lo tanto, no solo un lujo que nos podemos permitir, sino esenciales para nuestra salud mental y física. Entonces, ¿qué podemos hacer?

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5 consejos para desacelerar en el día a día

Las prisas a menudo son innecesarias y no te llevan a ninguna parte. Ya sea que esperes con impaciencia en la cola de un cine o te relajes mientras tanto, no cambia la situación en sí, sino tu propia actitud.

Las personas que viven vidas desaceleradas perciben conscientemente el aquí y el ahora. Los desencadenantes del estrés se vuelven menos importantes. En cambio, observas tu entorno. Este nuevo “mindfulness” te ayuda a bajar el nivel de estrés.

1 – Elige tres cosas para hacer cada día. Ni más, ni menos.

Parece como si tuviéramos que hacer cien cosas todos los días. En el trabajo, el trabajo se acumula, en casa lo mismo. Cuando estamos bajo presión, pensamos en más y más cosas que hacer y la carga de las tareas nos abruma. Nos estresamos y estamos bajo tensión constante. Para ralentizar la vida y liberarnos de la presión diaria, es recomendable no hacer más de tres cosas al día. A primera vista, esto puede parecer imposible, pero si lo intentas, rápidamente te darás cuenta de que si haces tres cosas al día y además te tomas un tiempo para relajarte, completarás las tareas con mejores resultados.

2 – Disminuye la velocidad digital. Apaga tu móvil.

La “disponibilidad de actividades” tiene ventajas, pero también consecuencias fatales. Nuestro consumo mediático apenas nos permite descansar, parece casi imposible desconectar. Por otro lado, una desintoxicación digital ocasional ayuda a reducir el estrés. En lugar de levantar nuestro móvil cada 10 minutos, o revisar nuestro correo electrónico muchas veces al día, debemos tomarnos descansos reiterados. Apagar el móvil el el domingo es otra buen idea.

3 – Aprende a decir “no”.

Nada puede hacer la vida tan pacífica y fácil como establecer límites personales. Quien aprende a decir no de manera amable, pero firme, a tareas, proyectos y deseos ajenos que no son absolutamente necesarios, dominará mucho mejor la vida cotidiana.

4 – Reserva tiempo para ti mismo.

El tiempo para nosotros mismos es algo que tendemos a poner en un segundo plano. Primero vienen los deseos y necesidades de los demás. Sin embargo, es importante para nuestra salud mental que tengamos suficiente tiempo para nosotros mismos. Un paseo en soledad, escuchar música sin ser molestados, todo recarga nuestras pilas, desacelera la cotidianidad y nos permite encontrar la paz interior.

5 – Calidad en lugar de cantidad.

El éxito en la vida cotidiana a menudo se mide por “cuánto” logramos. Por el contrario, existe una alta probabilidad de que el producto final del ajetreo no cumpla con los estándares de calidad que nos fijamos. Quien en cambio trabaja una tarea a la vez, y se toma el tiempo suficiente para cada tarea, logrará mejores resultados que una persona que se enfoca en la cantidad y quiere hacer todo lo más rápido posible.

Recomendaciones

Se ha demostrado que valorar el tiempo por encima del dinero, o la abundancia de tiempo, mejora la felicidad (Whillans et al., 2016 , 2017 ).

Otras investigaciones demuestran la asociación de la abundancia de tiempo con el bienestar y la felicidad. El trade-off entre tiempo y dinero demuestra que vale la pena gastar dinero a cambio de tiempo libre y/o tiempo de calidad (Whillans et al., 2016/2017).

Es muy necesario reducir la velocidad. Esta es la única forma de saber qué te pasa. Usa tu tiempo con más atención. La desaceleración fortalece tu capacidad de concentración y mejora tu estado de ánimo general.

Si necesitas ayuda en aprender como desacelerar, no descartes la opción de consultar psicólogos online que puedan ayudarte en este proceso de recuperación y de sanación.

Ralentizar la vida cotidiana no significa renunciar por completo a la vida habitual y retirarse al sofá. Por el contrario: disminuir la velocidad conduce a más energía a largo plazo. Ralentizar el día a día significa concentrarse en las cosas realmente importantes y liberarse de citas, compromisos y estrés innecesarios.