Para los muy despistados: la Navidad ha llegado. Unas fechas que nos hacen reflexionar en un año marcado por el COVID, el distanciamiento social, la mascarilla y los confinamientos. Parecía que no llegaría nunca el final del año 2020, pero podemos decir que tiene los días contados.
La salud física y mental ha cobrado especial importancia durante este año. También nos hemos dado cuenta de cuán importante es la familia, los amigos y los sanitarios. Pero también hemos aprendido lo fuertes que somos, la capacidad de adaptación y la solidaridad que tenemos como comunidad.
Ya vemos la luz al final del túnel, la vacuna está por llegar solo nos queda un esfuerzo más, tan solo unos meses más para volver a la antigua normalidad, para abrazar, besar y compartir momentos con amigos y familia. Una Navidad diferente, para poder tener muchas Navidades.
Este año toca cenas por videoconferencia, villancicos por teléfono y turrones por correo. Abrazos a metro y medio de distancia, besos al aire y amor por mensaje. Seamos responsables, cuídate para cuidarlos a ellos.
Aprovecho también para agradecer a todos los que formáis parte de la tribu Neurita, los que participáis activamente y los que preferís leer desde el anonimato, especialmente a esas personas que me mandan su apoyo en correo y redes sociales. Gracias por el apoyo un año más, sin ti no sería lo mismo. Gracias de corazón.
Felices fiestas de parte del equipo de Neurita 🥂
Tras esta reflexión, en estas fechas siempre me acuerdo de una película que tiene psicología y navidad y que nos hace cambiar el chip.
Se trata de la famosa obra “Cuento de Navidad” de Charles Dickens. Para los que no lo conocen, cuenta la historia de un hombre avaro y egoísta llamado Ebenezer Scrooge y su transformación tras ser visitado por tres fantasmas (pasado, presente y futuro) en Nochebuena.
Analizando al personaje central, Ebenezer, reconocí rápidamente el trastorno de depresión mayor (el propio Dickens sufría depresión, y probablemente trastorno bipolar). Me di cuenta de que no estaba reflejado como una persona alegre dentro de su avaricia, de hecho, no se alegraba de nada.
Su Londres es un infierno acribillado por la enfermedad, la injusticia, el frío y la necesidad. Donde el dinero es la única protección (inadecuada y frágil) contra estos horrores, y el único pensamiento que tiene es el de trabajar tan duro como sea posible, todos los días, con el objetivo de acumular la mayor cantidad de dinero posible.
Pensándolo bien, en tal estado mental, la Navidad no tiene sentido.
En pleno invierno, todos esos “zombis” comienzan a insistir en que es un día festivo; en realidad, quieren dejar de trabajar, dejar de hacer lo único que cualquier persona puede hacer para evitar el caos. «Bah, tonterías» no es una muestra de alegría; más bien, es una acusación: «¿qué derecho tienes de ser feliz?» sus deudas exceden sus ingresos. ¿Cómo es posible que todos sean tan ilusos de no ver que la vida es un gran prado lleno de dolor?
Analizando los pensamientos del personaje central, especialmente los mezquinos, se puede observar que sigue un patrón o «lógica» que aparece en personas afectadas con depresión.
¿Cómo es posible que el Fantasma de Navidad del pasado cambie su forma de pensar, para hacerle sentir afecto y lástima? ¿Qué magia sucede cuando vuelven a visitar su infancia?
Al principio de “Cuento de Navidad”, Scrooge encarna uno de los principios centrales de la depresión: siempre ha sido así, y siempre lo será. El Fantasma le muestra que, de hecho, él, como cualquier otro adulto, fue en un momento niño, que se vestía, caminaba y hablaba de manera diferente, y cuyo escudo y armadura aún no se habían desarrollado; una persona que, más tarde, construyó esas defensas y caparazones por una razón.
Pero mirándolo bien, si el cambio sucedió una vez, bajo ciertas circunstancias, si no todo fue siempre así, inevitablemente, es posible un cambio adicional. Cuando el Fantasma del futuro navideño señala la escritura en la lápida, comprende por primera vez que todo puede borrarse y reescribirse de otra forma.
💡 ¿No sería una buena idea que nos visitaran nuestros fantasmas del pasado, presente y futuro?
Una clara metáfora para entender de dónde venimos, dónde estamos y hacia dónde queremos ir. Disfrutar el aquí y ahora, con la vista en el futuro, en las metas y objetivos; y con las lecciones del pasado.
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