“No tengo ganas de tocarme”, “Me incomoda cuando mi pareja me propone tener sexo”, “Creo que algo me pasa por no sentir deseo”. ¿Te suena? Tener bajo deseo sexual puede deberse a muchos factores, pero uno de los más comunes suelen ser el estrés.
El estrés y la ansiedad que deriva de él puede afectar a tu vida sexual y, a su vez, el deseo sexual bajo puede exacerbar el estrés al causar problemas en la relación o al reducir la autoconfianza. Si te sientes identificado, es importante tomes nota de la importancia de saber manejar el estrés, porque también puede mejorar tu vida sexual.
Y para ayudarte a mejorar tu deseo sexual, desde Neurita, te contamos cómo afecta el estrés al deseo sexual y cómo recuperarlo.
Estrés y ansiedad
El estrés es la reacción del cuerpo a cualquier cambio que requiera un ajuste o respuesta para mantener la función normal. Así, el cuerpo reacciona con respuestas físicas, emocionales o mentales. Y una de esas respuestas puede ser la ansiedad, una reacción psicofisiológica ante una situación que percibimos como amenaza que puede ser o no real.
El estrés suele ser temporal, ya que está relacionado con ciertas circunstancias como la fecha límite de un proyecto, los exámenes, problemas económicos… Sin embargo, cuando esos síntomas perduran en el tiempo, puede convertirse en ansiedad, qué básicamente es sentir miedo, estrés y/o preocupación después de que la fuente haya pasado (como la ansiedad continua por la salud, la ansiedad financiera o la ansiedad social).
De hecho, la disminución del deseo sexual es frecuente, el 45,7% de mujeres y el 24,9% de hombres sienten o han sentido falta de deseo a lo largo de su vida (Colson et al., 2006).
Entonces, ¿cómo afecta el estrés y la ansiedad al deseo sexual?
Cuando estás estresado, el cuerpo entra en modo ‘lucha o huida’, activándose para hacer frente a la amenaza inmediata. Como parte de la respuesta de lucha o huida, es posible que experimentes un aumento en la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la frecuencia respiratoria, mientras que las funciones no esenciales, como el deseo sexual, disminuyen drásticamente.
Esta respuesta también desencadena la liberación de hormonas, como el cortisol y la epinefrina, que en niveles elevados pueden provocar una disminución del deseo sexual. Cuando el estrés es crónico, el cuerpo utiliza las hormonas sexuales para satisfacer las crecientes demandas de una mayor producción de cortisol, lo que disminuye el interés por el sexo.
Además, el estrés puede hacer que tengas una mente ocupada y agotada, y distraerte de querer tener sexo o estar presente durante el sexo. También puede afectar su estado de ánimo, provocando ansiedad y depresión, los cuales pueden disminuir la libido. Asimismo, es habitual encontrar ciertos sentimientos que acompañan a la falta de deseo, como la frustración, la culpa, la vergüenza o la ansiedad.
Por otro lado, el estrés puede conducir a hábitos poco saludables como fumar, beber o comer en exceso, dejar de lado el cuidado personal o el ejercicio. Estos cambios pueden influir en cómo te sientes contigo mismo e interferir con una vida sexual saludable.
Cómo recuperar el deseo sexual
Minimizar el estrés y mantener una buena vida sexual es posible si le dedicas el tiempo y esfuerzo necesarios. A continuación te dejo algunas estrategias que pueden resultarte útiles para recuperar el deseo sexual:
- Habla con tu pareja. Cualquiera puede experimentar estrés y no hay absolutamente nada de lo que avergonzarse.
- Decide manejar la situación como un equipo. Estar unidos en esta situación no solo aumentará la conexión, sino que también es una forma de demostrar que podéis superarlo juntos.
- Acepta que el deseo sexual fluctúa y es perfectamente normal.
- Practica el autocuidado. Es difícil sentirse bien al mantener relaciones si no te sientes bien contigo mismo. Practicar el cuidado personal significa seguir una dieta saludable, hacer ejercicio, dormir bien, practicar técnicas de manejo del estrés, mimarse y disfrutar del tiempo juntos.
- Dedicar tiempo a la pareja. Una agenda ocupada también puede significar una mente ocupada, y tener muchas cosas en mente puede hacer que sea difícil relajarse y tener gana de sexo.
- Concéntrate en la sensación, no en el sexo. El poder del tacto es un calmante para el estrés bastante poderoso y no tiene por qué incluir sexo. Dale la mano, acurrucaos (cuando abrazas a alguien, se libera la hormona oxitocina que elimina el estrés) o explora a través del masaje en pareja.
Recuerda que es normal experimentar fluctuaciones en el deseo sexual. Pero si consideras que el estrés está afectando negativamente tu vida sexual, confía en tu pareja y busca ayuda profesional de un psicólogo o sexólogo. Juntos, aprenderéis herramientas para reducir los niveles de estrés y para aumentar el deseo sexual. Al hacerlo podéis terminar fortaleciendo la relación y mejorando vuestra salud en general.
Fuentes: Colson, m., Lemaire, a., Pinton, p., Hamidi, k., & Klein, p. (2006). Original research—couples’ sexual dysfunction: sexual behaviors and mental perception, satisfaction and expectations of sex life in men and women in france. The journal of sexual medicine, 3(1), 121–131. Doi:10.1111/j.1743-6109.2005.00166.X
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