Hace un tiempo que se puso de moda hablar sobre el Karma… Pero ¿qué hay de la ley del Dharma? ¿La conoces?
Mientras que ley del Karma dice que «cualquier acto, sea bueno o malo tiene su consecuencia. Si practicamos el bien la consecuencia será buena para nosotros, si tenemos una mala conducta las consecuencias serán malas también. No existe acción sin causa ni tampoco causa sin acción«. La ley del Dharma, menos conocida, tiene como función la de desarrollar el autoconocimiento y conseguir que te sientas plenamente desarrollado, valioso y útil. De hecho, constituye un pilar básico para el bienestar emocional y social.
Siguiendo la terapia icónica, explicaré los pilares básicos para un buen bienestar psicológico.
👉 El bienestar psicológico es como una mesa. Y tiene cuatro patas: (1) sentimiento de utilidad; (2) afecto, familia; (3) red social, amistad; y (4) aficiones.
Además la mesa dispone de travesaños que unen las patas.
Si todas las patas están presentes la mesa se mantendrá estable, si una pata falla la mesa podrá seguir estable (debido a los travesaños), pero tendrá menos fuerza. En cambio si nos falta tres patas la mesa será completamente inestable.
Para explicarlo todo esto, a continuación te dejo un fragmento del libro “Las siete leyes espirituales del éxito”, de Deepak Chopra.
Todo el mundo tiene un propósito en la vida… un don único o talento especial para ofrecer a los demás. Y cuando combinamos ese talento único con el servicio a los demás, experimentamos el éxtasis y el júbilo de nuestro propio espíritu, que es la meta última de todas las metas.
Cuando trabajas, eres como una flauta a través de cuyo corazón el susurro de las horas se convierte en música… ¿Y qué es trabajar con amor? Es tejer una tela con hilos sacados de tu corazón, como si tu amado fuese a vestirse con esa tela…
Khalil Gibran, en “El profeta”
Ley del Dharma: Vivir el presente con propósito
La séptima ley espiritual del éxito es la Ley del Dharma. “Dharma” es un vocablo sánscrito que significa “propósito en la vida”. Y viene a decir que nos hemos manifestado en forma física para cumplir un propósito. El campo de la potencialidad pura, la divinidad en su esencia, y la divinidad adopta la forma humana para cumplir un propósito.
De acuerdo con esta ley, cada uno de nosotros tiene un talento único y una manera única de expresarlo. Hay una cosa que cada individuo puede hacer mejor que cualquier otro en todo el mundo – y por cada talento único y por cada expresión única de dicho talento, también existen unas necesidades únicas.
Cuando estas necesidades se unen con la expresión creativa de nuestro talento, se produce la chispa que crea la abundancia. El expresar nuestros talentos para satisfacer necesidades, crea riqueza y abundancia sin límites.
Si pudiéramos enseñarles a los niños desde el principio esta manera de pensar, veríamos el efecto que esto tendría en su vida. No se trata de que se concentren en ser los mejores de el colegio, en obtener las mejores notas o en ir a la mejor universidad.
De hecho, lo realmente importante es que se concentren es en preguntarse a sí mismos cómo pueden servir a la humanidad y cuáles son tus talentos únicos.
Porque cada uno de nosotros tenemos un talento único que nadie más tiene, y una manera especial de expresarlo, que tampoco tiene nadie más.
Los 3 componentes de la Ley del Dharma
- Cada uno de nosotros está aquí para descubrir su verdadero yo.
- Expresión de nuestro talento único. Cuando estamos desarrollando esa actividad, perdemos la noción del tiempo. La expresión de ese talento único (o más de uno, en muchos casos) nos introduce en un estado de conciencia atemporal.
- El servicio a la humanidad, servir a los demás y preguntarse: “¿Cómo puedo ayudar? ¿Cómo puedo ayudar a todas las personas con quienes tengo contacto?”
Nuestro talento único lo descubrimos preguntando: “¿Cómo puedo ayudar?”, en lugar de: “¿Qué gano yo con eso?”.
La pregunta “¿Qué gano yo con eso?” es el diálogo interno del ego. La pregunta “¿Cómo puedo ayudar?” es el diálogo interno del espíritu. El espíritu es ese campo de la conciencia en donde experimentamos nuestra universalidad.
Con sólo cambiar el diálogo interno y no preguntar “¿Qué gano yo con eso?” sino “¿Cómo puedo ayudar?”, automáticamente vamos más allá del ego.
El simple hecho de cambiar nuestro diálogo interno de esta manera también nos brinda acceso al espíritu, ese campo de la conciencia donde experimentamos nuestra universalidad.
Si deseas utilizar al máximo la Ley del Dharma, es necesario que nos comprometamos a hacer varias cosas:
💡Primer compromiso: Por medio de la práctica espiritual buscaremos nuestro yo superior, el cual está más allá de nuestro ego.
💡Segundo compromiso: Descubriremos nuestros talentos únicos, y después de descubrirlos disfrutaremos de la vida, porque el proceso del gozo tiene lugar cuando entramos en la conciencia atemporal. En ese momento, estaremos en un estado de dicha absoluta.
💡Tercer compromiso: Nos preguntaremos cuál es la mejor manera en que podemos servir a la humanidad. Responderemos esa pregunta, y luego pondremos la respuesta en práctica. Utilizaremos nuestros talentos únicos para atender a las necesidades de nuestros congéneres los seres humanos; combinaremos esas necesidades con nuestro deseo de ayudar y servir a los demás.
Hagamos una lista de nuestras respuestas a estas dos preguntas:
- ¿Qué haría yo si no tuviera que preocuparme por el dinero y si a la vez dispusiera de todo el tiempo y el dinero del mundo? Si de todas maneras quisiéramos seguir haciendo lo que hacemos ahora, es porque estamos en Dharma, porque sentimos pasión por lo que hacemos, porque estamos expresando nuestros talentos únicos.
- ¿Cuál es la mejor manera en que puedo servir a la humanidad? Respondamos esa pregunta y pongamos la respuesta en práctica.
Descubramos nuestra divinidad, encontremos nuestro talento único y sirvamos a la humanidad con él; de esa manera podremos generar toda la riqueza que deseamos.
Cuando nuestras expresiones creativas concuerden con las necesidades del prójimo, la riqueza pasará espontáneamente de lo inmanifiesto a lo manifiesto, del reino del espíritu al mundo de la forma.
Comenzaremos a experimentar la vida como una expresión milagrosa de la divinidad, no ocasionalmente, sino a toda hora. Y conoceremos la alegría verdadera y el significado real del éxito, el éxtasis y el júbilo de nuestro propio espíritu.
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