El término incels (célibe involuntario) se ha popularizado bastante. Al principio, parecía una forma neutra de describir a quienes tienen líos para encontrar pareja. Pero, con el tiempo, se relacionó con grupos en línea donde la frustración se vuelve enojo, y este en discursos de odio hacia las mujeres. Lo que comienza como aislamiento puede poco a poco irse a una narrativa peligrosa que ve la misoginia e incluso la violencia como algo normal.
Esta narrativa no solo refleja un malestar psicológico individual, sino que se relaciona mucho con la masculinidad tóxica: la idea de que un hombre vale por cuántas mujeres conquista, si es fuerte, dominante o agresivo. Esta visión no solo oprime a las mujeres, sino que también encasilla a los hombres en un modelo imposible de lograr.
El problema es que los incels no son solo chicos con mala suerte en el amor. Son, en realidad, un reflejo de cómo la sociedad sigue manteniendo la desigualdad y alimentando actos violentos simbólicos, y en algunos casos, físicos.
¿Quiénes son los incels?
El término apareció en los 90, como una forma de describir a personas con dificultades para encontrar pareja. Pero esa idea, pensada desde la empatía, se fue convirtiendo en algo muy diferente. Hoy, los incel no solo se lamentan de no tener relaciones, sino que han construido una ideología basada en la idea en la que las mujeres son las culpables de su situación.
Se repite bastante la idea de que las mujeres son las culpables de que no tengan éxito en el amor. Creen que ellas solo eligen a hombres con cierto físico o con dinero, y dejan de lado a los demás. Esta idea alimenta el victimismo y, lo que es peor, da pie a que se radicalicen. Es como si estos grupos fueran un lugar que no para de repetir lo mismo: estás condenado, y es culpa de ellas.
La conexión entre incels y la masculinidad tóxica
La relación incels y la masculinidad tóxica es directa e innegable. A muchos hombres se les enseña desde pequeños que ser hombre es no mostrarse débil, no llorar, conquistar, poseer y dominar. Cuando esas ideas chocan con la realidad, lo que aparece es la frustración. Esa frustración, en los foros incel, se vuelve un rechazo total a mostrarse vulnerable y una forma de alagar una masculinidad agresiva. El problema es que no se queda ahí. Estos discursos acaban reforzando ideas dañinas en la sociedad, las mismas que siguen diciendo cómo deberían ser los hombres y las mujeres.

El peligro del pensamiento incel
Los discursos que circulan en las comunidades incels van más allá de la queja o el aislamiento social. Muchos de estos discursos terminan en expresiones de odio. Y, en casos extremos, en violencia de verdad.
Un detalle curioso: entre adolescentes se usa el emoji 100 como un código. Para quien no lo sepa, se refiere a la regla del 80/20, la idea de que el 80% de las mujeres solo quiere al 20% de los hombres. Parece un simple emoji, pero detrás hay toda una manera de ver las cosas de exclusión y resentimiento. Lo que más asusta es cómo en estos grupos se apoyan entre ellos. No solo comparten lo que les frustra: lo ven como algo cierto y normal y ven la misoginia como algo normal. Escapar de ese círculo se hace casi imposible.
La conexión entre los incels y la masculinidad tóxica se manifiesta en la validación mutua que ocurre dentro de estos espacios. Los miembros de estas comunidades no solo refuerzan sus creencias, sino que normalizan actitudes misóginas y agresivas, lo que dificulta aún más su salida de este ciclo de pensamiento destructivo.
¿Cómo desmantelar el discurso incels y la masculinidad tóxica?
No solo basta con decir que hay un problema. Para acabar con el discurso incel y la masculinidad tóxica se necesitan ideas muy claras:
- Enseñar sobre emociones desde pequeños. Hacer ver que lo que vales no depende de conquistar a nadie.
- Acabar con los estereotipos de género. La masculinidad no se mide por el poder o el éxito en la cama.
- Enseñar otras maneras de ser. Mostrar ejemplos de hombres que son empáticos, diferentes y que construyen relaciones desde el respeto.
- Cuidar la salud mental. Muchos incels tienen ansiedad, depresión y se sienten solos. Si tienen ayuda, algunos podrían salir de ese círculo.
- Controlar los lugares en línea donde se incite al odio. No es censura, es evitar que foros se conviertan en lugares donde se crea violencia.
El fenómeno de los incels y su relación con la masculinidad tóxica, en el fondo, un reflejo de nuestra sociedad que no nos gusta ver. No son solo unos cuantos enfadados o frustrados en Internet: es una muestra de que seguimos atados a ideas de género que no son buenas.
Si queremos cambiar algo, debemos preguntarnos por qué tenemos esas ideas, socializar de manera más sana y, sobre todo, cuidar cómo se sienten quienes están solos o no encajan. Solo así podremos acabar con este ciclo de resentimiento y violencia que hoy impulsan los incels y la masculinidad tóxica.
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