Las ilusiones ópticas son fascinantes. Nos hacen dudar de lo que vemos y revelan cómo nuestro cerebro interpreta (o distorsiona) la realidad visual. Pero más allá de los memes y las imágenes virales, estas ilusiones son una ventana a nuestra forma de procesar el mundo.

Y según un estudio reciente, algunas personas son mejores que otras al enfrentarlas. No por talento natural, sino por su entrenamiento profesional. ¿Adivinas quiénes?

Los radiólogos. ¡Te lo cuento!

¿Por qué vemos ilusiones ópticas?

Una de las ilusiones ópticas más conocidas es la de Ebbinghaus. Se trata de dos círculos naranjas idénticos, pero rodeados de círculos de distinto tamaño. El círculo rodeado por formas más pequeñas parece más grande, aunque no lo sea.

Nuestro sistema visual usa el contexto para interpretar lo que vemos. Y ahí está la trampa: lo que nos rodea puede distorsionar nuestra percepción sin que nos demos cuenta.

ilusión de Ebbinghaus ilusiones opticas

Esta ilusión fue descubierta por el psicólogo alemán Hermann Ebbinghaus en el siglo XIX, y desde entonces ha sido ampliamente estudiada en psicología experimental.

El contexto importa… pero no para todos igual

Factores como el género, la edad, las condiciones neurológicas y la cultura influyen en cuánto nos afectan las ilusiones ópticas. Las investigaciones han encontrado que:

  • Las mujeres tienden a verse más afectadas por estas ilusiones que los hombres, probablemente por una mayor sensibilidad al contexto.
  • Niños pequeños, especialmente de 5 años, no caen en la trampa: ven los círculos exactamente iguales. Aún no han aprendido a usar pistas contextuales.
  • Personas con autismo o esquizofrenia también son menos susceptibles. Prestan más atención al objeto central (el círculo), ignorando el entorno.
  • La cultura también importa, las personas en Asia Oriental perciben el mundo de forma más “holística” y contextual, mientras que en culturas occidentales se tiende a un enfoque más analítico. Como resultado, los japoneses ven ilusiones más intensamente que los británicos.

Un dato curioso: los miembros de la tribu Himba, en el desierto de Namibia, no se dejan engañar por estas ilusiones en absoluto. Viven en entornos poco estructurados visualmente, lo que sugiere que la exposición al ambiente también moldea cómo interpretamos lo visual.

¿Podemos aprender a ignorar las ilusiones ópticas?

Hasta hace poco, se creía que la percepción de una ilusión óptica era inevitable: si tu sistema visual “cae”, no puedes hacer mucho al respecto. Pero una nueva investigación sugiere lo contrario. Las personas que trabajan como radiólogos —expertos en leer escaneos médicos— son menos susceptibles a ciertas ilusiones ópticas.

Los radiólogos necesitan ignorar información visual irrelevante para enfocarse en detalles cruciales. Este enfoque selectivo podría explicar por qué ven menos ilusiones: su entrenamiento les ha enseñado a no dejarse llevar por el contexto visual.

De hecho, en el estudio se comparó la percepción visual de 44 radiólogos con la de más de 100 estudiantes de psicología y medicina. Se les mostró una serie de imágenes inspiradas en la ilusión de Ebbinghaus.

En una de ellas, el círculo naranja de la izquierda era en realidad 6% más pequeño que el de la derecha. Sin embargo, la mayoría de los estudiantes lo percibieron como más grande. Los radiólogos, en cambio, lo vieron correctamente.

En otra imagen, la diferencia era del 10%, y de nuevo, los radiólogos acertaron mucho más.

Solo cuando la diferencia visual alcanzó casi el 18%, los estudiantes lograron superar la ilusión.

Estos resultados no significan que los radiólogos sean inmunes, pero sí mucho menos vulnerables que el promedio.

ilusión optica

¿Es el talento o el entrenamiento en ilusiones ópticas?

Para comprobar si esta ventaja era innata, los investigadores también evaluaron a radiólogos en formación. Sorpresa: sus respuestas eran como las del resto. Esto indica que no nacen con esa habilidad, sino que la adquieren tras años de práctica profesional.

Esto contradice la idea clásica en psicología del conocimiento, que sugiere que las habilidades son específicas. Por ejemplo, si eres bueno en ajedrez, lo eres solo en ajedrez, no en otras tareas cognitivas. Pero en este caso, el aprendizaje para leer imágenes médicas parece transferirse a la percepción visual general.

¿Podríamos entrenar a cualquiera para ignorar ilusiones ópticas?

La gran pregunta que deja el estudio es: ¿y si entrenar con ilusiones ópticas también mejorara las habilidades de diagnóstico en medicina? Es decir, ¿podemos invertir el proceso?

Si practicar con ilusiones ópticas ayuda a mejorar la atención visual y el enfoque analítico, podría ser útil incluso como método formativo en profesiones que dependen de la percepción.

Aunque esta idea aún no se ha probado, abre una línea de investigación prometedora sobre la plasticidad de la percepción. La noción de que lo que vemos no está completamente determinado por la biología, sino que puede modificarse con práctica y entorno, tiene implicaciones enormes.

Las ilusiones ópticas no solo son un truco de magia, nos muestran cómo funciona el cerebro, qué aspectos valoramos al percibir algo y cómo influye nuestro entorno, educación y cultura. Y además se puede entrenar.

Así que la próxima vez que mires una ilusión óptica y te sientas engañado, recuerda: con 5 años de medicina y 7 más de formación en radiología, tú también podrías verla con otros ojos.

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